Las sirenas cacerolas están sonando de nuevo. Veo por TN en vivo como la Plaza de Mayo se va convirtiendo de a poco en un coro de lata que levanta hervor a cucharones.
El campo está de paro y de a poco se tiñe todo y se mezcla. La soberbia con la que Kristina respodió -luego de mas de 13 días de piquete agropecuario- sonó a provocación . Un vez más siguen subestimándonos, desde el INDEC a la góndola de los supermercados -pienso- mientras las ollitas ya se escuchan en mi barrio y me sacuden del sillón frente al televisor.
Agarro la cámara, son las11:30 de la noche, me voy a la plaza.
Prendo la radio, en Mitre anuncian que se está armando un contrapiquete. Dejo el auto a un par de cuadras y llego justo para el choque entre los seguidores de D'elía y el resto. Hay corridas, vuelan piedras. Parece que la placita tiene nuevo dueño.
Por la 9 de julio -junto al obelisco- están los que dejaron la plaza, izan la bandera, cantan el himno. Divide y reinarás parece ser el trasfondo que subyace a la "lógika" gubernamental.
La madrugada y el olor a lluvia va cayendo lentamente en la noche porteña y me van invandiendo. Tengo sueño y un gusto amargo a historia reciente en la boca.
No la voté, no pienso como ella. Pero no quiero ver salir al presidente de los argentinos en helicóptero desde la rosada, otra vez. Mal que nos pese la democracia es el mal menor para empezar a levantar cabeza (por lo menos por ahora)
Vuelvo a casa. Llueve. Buenos Aires se adormece. Son las 2 A.M